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lunes, 10 de diciembre de 2018

Historia de los logaritmos


    Los logaritmos fueron descubiertos y desarrollados entre los siglos XVI y XVII con el propósito de simplificar las engorrosas operaciones de números con muchas cifras que los astrónomos necesitaban realizar. La primera propuesta de uso de los logaritmos para el cálculo fue planteada por el escocés John Napier en 1614, en su libro Mirifici Logarithmorum Canonis Descriptio. El crédito por el descubrimiento de los logaritmos como herramienta matemática útil debería pertenecer en realidad al suizo Joost Bürgi, sin embargo, puesto que Napier publicó su trabajo antes, se le atribuye el mérito del hallazgo.

    Durante la época del Giro Copernicano, comenzó a extenderse el uso de "tablas" logarítmicas entre los matemáticos, que se apoyaban en ellas para simplificar sus cálculos. Estas tablas eran en realidad extensos libros en los que se detallaban una por una las relaciones entre los elementos participantes en operaciones útiles para el cálculo con logaritmos. Este método se utilizó hasta la aparición y popularización de las calculadoras, por lo que está ahora en profundo desuso. En la actualidad, los logaritmos son utilizados sobre todo y de manera extensiva en las distintas ramas de la matemática financiera.


Resultado de imagen de john napier 
John Napier (1550-1617), principal impulsor del uso de los logaritmos 
 y padre de los logaritmos neperianos.

Problema de los plátanos, los relojes y los hexágonos



     Este problema puede ser encontrado en la séptima diapositiva de la presentación principal. Se trata del clásico problema de razonamiento y atención representado de una manera muy gráfica. En el primer caso, nos encontramos con la suma de tres hexágonos idénticos cuyo resultado es 45. Cada hexágono tiene inscritos un pentágono y un cuadrado. Deducimos entonces que el valor de cada hexágono es 15. En el segundo caso, la suma de dos ristras de 4 platános y un hexágono como los del anterior caso da 23. Sabiendo que el hexágono vale 15, sabemos que cada ristra de plátanos tiene entonces un valor de 4. En el tercer ejemplo, la ristra de plátanos más dos relojes idénticos da diez. Por lo tanto cada reloj vale 3, que coincide casualmente con la hora que dan los mismos. Sabiendo todo esto, nos encontramos con el último caso. Se trata de la suma de un reloj más dos ristras de plátanos por un hexágono. Tienen sin embargo ciertas variaciones. La hora del reloj es las dos en punto, por lo que le damos ese valor precisamente al reloj. En el caso de los plátanos, la ristra contiene ahora sólo tres plátanos, en vez de los cuatro que le atribuían dicho valor, por esto sabemos que los plátanos valen ahora tres. En último lugar, recordamos las figuras inscritas en el hexágono: un cuadrado y un pentágono. Si sumamos los lados del cuadrado, el pentágono y el hexágono, el resultado es 15, exactamente el valor numérico que le atribuíamos al principio. En el caso del hexágono de la última operación, solo tiene inscrito un pentágono, por lo que la suma de los lados de ambos polígonos es de once. Con todos estos datos y aplicando la jerarquía de las operaciones, hallamos un resultado final de 38.

Examen completo









domingo, 9 de diciembre de 2018

Evaluación en caliente

   Tras haber realizado el examen del pasado miércoles y haber dispuesto un breve tiempo para reflexionar, procedo a comentar y analizar brevemente cada uno de los ejercicios de la ya mencionada prueba.
   Las preguntas teóricas del primer ejercicio fueron las primeras en ser confrontadas, pues sus enunciados, al igual que sus respuestas, aparentaban ser concisas y claras. Decidimos realizar a continuación las otras dos preguntas de este ejercicio (ambas de tipo práctico), sin embargo, en el fragor de la batalla decidimos, frente a la realidad de los escasos frutos que nuestro trabajo estaba dando, dejarlos para más tarde. En el segundo ejercicio, en un acto cargado de frustración, dejamos sin hacer el primer apartado, a pesar de reconocer que era en realidad un tipo de ejercicio asequible que sabíamos, de hecho, hacer. Fuimos, no obstante, capaces de contestar al segundo apartado de una manera más provechosa. En el tercer ejercicio, resolvimos fácilmente el primer apartado, aunque debido a presión incipiente que sentíamos por la falta de tiempo no continuamos con los siguientes apartados. Resolvimos el cuarto ejercicio de manera rápida y mordaz, por lo que me resulta difícil augurar si el resultado obtenido fue el correcto. El sexto ejercicio se presentaba como el más desafiante, lo que no impidió que nos enfrentaramos, de manera sistemática y paciente a él. Todo este esfuerzo parece, visto ahora en retrospectiva, agridulce, pues el buen planteamiento y entendimiento del problema planteado derivó en última instancia en un resultado incorrecto, probablemente fruto de un error en la operativa básica. El resto de la prueba se completó a medias y a trozos, en el mejor de los casos. Es evidente que debemos mejorar ampliamente en la preparación de los exámenes de la asignatura, en especial en el ámbito de la comunicación y la compenetración dentro de la pareja. Concluyo por ello que las sensaciones posteriores al examen son bastante pesimistas, y con razón.